jueves, 21 de octubre de 2010

Mundo Onirico

La historia de los hombres que estaban rodeando la casa


Estaban alrededor de quince personas dando vueltas alrededor de la casa, por el patio, por el jardín, al lado de la puerta, etc. Eran hombres vestidos de un traje blanco parecido al de los bomberos o astronautas. Andaban en un camión de carga pequeño e igualmente pintado entero de blanco. Nadie de la casa, rodeada por estos hombres de blanco, sabía qué hacían en ese lugar. Había un sonido parecido al de un pito que me molestaba mucho. Estábamos todos desesperados por la repentina aparición de estos misteriosos hombres.
Estos mineros no hacían nada más que dar vueltas y vueltas por la casa, al parecer estaban sacando cálculos o cuentas de algo. Todo esto pasaba poco antes de un atardecer. Mi primo pequeño votó el teléfono inalámbrico y lo retaron. No entendía por qué el guardia de mi condominio los había dejado pasar sin haber avisado o llamado al citófono de la casa. En un momento pensábamos que teníamos que regresarnos, pero ya los habíamos visto dar vueltas adentro de la casa y tampoco sabíamos cuáles eran sus intenciones.
No sabíamos a qué acudir, yo le insistía a mi mamá que cada vez perdía más la paciencia, al igual que yo, pero ella estaba peor, que llamáramos a los carabineros, ella me decía que no y se iba, no lo entendía. Al parecer no había solución, solo dábamos vueltas y vueltas por el departamento, tratando de cerrar que estuviera seguro cualquier posible entrada de el departamento por la que los hippies pudieran entrar.
Un momento después, se fueron, el alivio era inmenso, nunca pensamos en que podían volver, solo celebrábamos y volvíamos a la piscina del hotel. Luego cuando fui a la pieza de mi hermana, por la ventana se vio un casco blanco que estaba asomado por la ventana, era uno de los quince que estaba arriba de la nave. Volvió el terror y en ese momento me dieron ganas de atacar con una espada que saque del cofre mágico pero no entraba la llave que abría el cofre, saqué la espada pero no me dejaron.
Más tarde, le insistí a mi madre que llamáramos a alguien, mi mamá me reconoció que se había equivocado en no haber llamado antes y los hicimos, a penas se levantó el teléfono, escuche la voz de un viejo llorando, pero no tan desesperado que decía, absolutamente todo lo que a él le había pasado, que era lo mismo que yo y mi familia estábamos viviendo, en ese momento, la historia de los hombres que estaban rodeando la casa.

Autor: Antonio Corvalán

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